Esta historia es fruto de la imaginación de la autora cualquier parecido con personas, lugares o hechos de la realidad es pura coincidencia)
Laura sentía que el corazón se le iba a salir por las sienes, le palpitaba la cabeza con cada bombeo del corazón. Había quedado con un hombre por internet, eso lo hacen muchas mujeres hoy en día, el problema era que su marido la esperaba en casa esa noche. No sabía si iba a volver con él o no, la respuesta estaba en la cita de esa tarde...
La historia de Laura era como la de muchas mujeres, se había casado joven, con solo 20 años, su novio era mayor que ella, el mas guapo del instituto y eso era lo que importaba con esa edad. Con el tiempo se había dado cuenta que no todo era tan bueno, que el maltrato no siempre es físico y que ella, desgraciadamente, era una maltratada psicológica. Tenía un buen trabajo pero para su marido ella nunca era suficiente, lo que hacía no valía nada.
Se empezó a dar cuenta poco a poco, con detalles, pero el detonante fué una reunión de tuppersex. Alli fué con sus amigas y hablaron de todo, rieron y ella descubrió que nunca había tenido un orgasmo, aquello de lo que otras hablaban con naturalidad para ella era algo desconocido. Cuando llegó a casa quiso hablarlo con su marido pero el se rió y le dijo que era frígida.
Las sienes le seguían palpitado mientras esperaba a su amigo de internet, pero el recuerdo de las palabras de su marido le subieron un sabor amargo a la boca.
Ahora sabía que esas palabras no eran ciertas, pero le seguían doliendo y le hacían dudar...
Descubrió que no era frígida al ir a la segunda reunión de tuppersex, alli se armó de valor y pidió un vibrador, el día que se lo entregaron estaba muy ilusionada, esperó hasta que su marido se fue a trabajar y lo usó, ¡Por fin sabía lo que era tener un orgasmo! y ¡madre mia! lo que se sentía.
Eso la hizo una mujer nueva y ahi había empezado a cambiar todo.
Ahora se encontraba esperando a un hombre, no se iba a engañar, no era amor, eso sería describir una novela rómantica y la vida era mas dura que eso. Era su experimento, el que le diría si tambien podía tener un orgasmo con un hombre y si eso era verdad podría empezar una nueva vida y tal vez, solo tal vez, empezar a abrir su corazón de nuevo.
El reloj de la mesilla marcaba las seis de la mañana y tenía el brazo de un hombre sobre su cintura, pero sabía a ciencia cierta que no era el de su marido. El clítorix aun le palpitaba despues de la noche de sexo que había tenido y eso nunca le había pasado con él. Eran las seis de la mañana pero no tenía prisa, hacía ya seis meses desde aquella primera noche, seis meses desde que abandonó su casa y empezó una nueva vida, seis meses de descubrimiento, de placer, de sexo y de amor.Seis meses desde que un desconocido de internet le dijo lo que podía llegar a ser, a sentir... El hombre que la redeaba con su brazo la hacía sentirse mujer, sentirse deseada, sentirse amada. El no era el que le había enseñado esa primera noche el mundo que podía descubrir, pero era el que desde hacía tres meses compartía su corazón, su casa y su cuerpo con ella. Sabía que había perdido algunos años de su vida sin encontrar algo que se necesitaba como el aire, pero ahora que lo tenía no lo iba a soltar. Se giró, se agachó entre las mantas y empezó a saborear "el comienzo" de esas maravillas que le harían llegar al fin de su busqueda.
Laura sentía que el corazón se le iba a salir por las sienes, le palpitaba la cabeza con cada bombeo del corazón. Había quedado con un hombre por internet, eso lo hacen muchas mujeres hoy en día, el problema era que su marido la esperaba en casa esa noche. No sabía si iba a volver con él o no, la respuesta estaba en la cita de esa tarde...
La historia de Laura era como la de muchas mujeres, se había casado joven, con solo 20 años, su novio era mayor que ella, el mas guapo del instituto y eso era lo que importaba con esa edad. Con el tiempo se había dado cuenta que no todo era tan bueno, que el maltrato no siempre es físico y que ella, desgraciadamente, era una maltratada psicológica. Tenía un buen trabajo pero para su marido ella nunca era suficiente, lo que hacía no valía nada.
Se empezó a dar cuenta poco a poco, con detalles, pero el detonante fué una reunión de tuppersex. Alli fué con sus amigas y hablaron de todo, rieron y ella descubrió que nunca había tenido un orgasmo, aquello de lo que otras hablaban con naturalidad para ella era algo desconocido. Cuando llegó a casa quiso hablarlo con su marido pero el se rió y le dijo que era frígida.
Las sienes le seguían palpitado mientras esperaba a su amigo de internet, pero el recuerdo de las palabras de su marido le subieron un sabor amargo a la boca.
Ahora sabía que esas palabras no eran ciertas, pero le seguían doliendo y le hacían dudar...
Descubrió que no era frígida al ir a la segunda reunión de tuppersex, alli se armó de valor y pidió un vibrador, el día que se lo entregaron estaba muy ilusionada, esperó hasta que su marido se fue a trabajar y lo usó, ¡Por fin sabía lo que era tener un orgasmo! y ¡madre mia! lo que se sentía.
Eso la hizo una mujer nueva y ahi había empezado a cambiar todo.
Ahora se encontraba esperando a un hombre, no se iba a engañar, no era amor, eso sería describir una novela rómantica y la vida era mas dura que eso. Era su experimento, el que le diría si tambien podía tener un orgasmo con un hombre y si eso era verdad podría empezar una nueva vida y tal vez, solo tal vez, empezar a abrir su corazón de nuevo.
El reloj de la mesilla marcaba las seis de la mañana y tenía el brazo de un hombre sobre su cintura, pero sabía a ciencia cierta que no era el de su marido. El clítorix aun le palpitaba despues de la noche de sexo que había tenido y eso nunca le había pasado con él. Eran las seis de la mañana pero no tenía prisa, hacía ya seis meses desde aquella primera noche, seis meses desde que abandonó su casa y empezó una nueva vida, seis meses de descubrimiento, de placer, de sexo y de amor.Seis meses desde que un desconocido de internet le dijo lo que podía llegar a ser, a sentir... El hombre que la redeaba con su brazo la hacía sentirse mujer, sentirse deseada, sentirse amada. El no era el que le había enseñado esa primera noche el mundo que podía descubrir, pero era el que desde hacía tres meses compartía su corazón, su casa y su cuerpo con ella. Sabía que había perdido algunos años de su vida sin encontrar algo que se necesitaba como el aire, pero ahora que lo tenía no lo iba a soltar. Se giró, se agachó entre las mantas y empezó a saborear "el comienzo" de esas maravillas que le harían llegar al fin de su busqueda.
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