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martes, 12 de agosto de 2008

HABLEMOS...


( Esta historia es fruto de la imaginación de la autora, cualquier parecido con personas, lugares o hechos de la realidad es pura coincidencia)



Celeste se estaba arreglando, iba a una cita con un hombre desconocido y estaba nerviosa. Era una mujer casada, era feliz, pero debido a su educación no hablaba de sexo con su marido. Se limitaban a hacer el amor, siempre igual. Ella sabía que había mas, mucho mas...pero no se atrevía a hablarlo con él. Así que había permitido que su prima la liara. Le había hablado de él hacía poco, su prima le llamaba " El Amante", decía que podía satisfacer cualquier fantasía y esa noche sería solo para ella. El porque su prima lo conocía no había querido contarselo, asi como tampoco le había dicho si ella había disfrutado de él, solo le había dicho que era un hombre muy especial.

Celeste no sabía si esa noche le sería infiel a su marido, lo único que sabía era que quería preguntar, quería saber...si se conformaria solo con respuestas o necesitaría algo mas no estaba segura.

Respiró ondo, agarró su bolso, salió de su casa y cogió un taxi para llegar al hotel donde habían quedado.

En la habitación del hotel, "El Amante" se estaba preparando para recibir a Celeste. La prima de ésta lo había llamado una semana antes. Le había contado los problemas y le había hecho prometer, que lo solucionaría. Él le había dicho que lo intentaría, se jugaba mucho en esa cita y la prima de Celeste lo sabía muy bien, por eso lo había llamado y le había puesto ese nombre tan ridiculo.
Se puso un pijama de raso negro, pero decidió dejarse solo los pantalones y para dar un toque de misterio y dado que no le gustaba enseñar su rostro, se puso un antifaz negro. Justo cuando se lo estaba ajustando frente al espejo, llamaron a la puerta de la habitación, debía de ser ella.

Celeste estaba temblando, pensaba que no debería haber ido al hotel, ella quería a su marido...pero justo cuando se iba a girar para marcharse se abrió la puerta.
Ante ella estaba el hombra mas atractivo que había visto jamás, solo llevaba unos pantalones negros, un antifaz del mismo color y unos ojos, que la miraban desde la profundidad de un verde esmeralda. Su cuerpo empezó a vibrar. Tan solo había sentido eso por su marido y alli estaba, deseando a un extraño.
Él le dijo que pasara, su voz era un susurro, pero tan seductora que ella empezó a imaginar miles de cosas. Se sentaron en un sofá y poco a poco, empezaron a hablar. Ella comenzó confesádole la poca intención que tenía de acostarse con él a lo que " El Amante" contestó con una enigmatica sonrisa. Siguieron haciéndose preguntas, ella le pregunto sobre sexo sin miedo, era como si se conocieran de siempre, la complicidad había surguido entre ellos sin apenas darse cuenta, é le contestó a sus preguntas lo mas sincero posible, estuvo atento con ella.
Celeste se sentía tan bien con él, le atraía tanto y su voz le provocaba tanto anhelo, que no se había fijado como él, se había ido excitando a medida que ella le contaba sus fantasias. Y sin darse cuenta estaba entre sus brazos, él la devoraba con una pasión abrasadora y ella le estaba respondiendo de igual manera. Celeste abrió los ojos y se separó de él, había estado a punto de cometer una locura...
-¿ Por qué has parado?- Le preguntó " El Amante"
- Seguro que no te lo vas a creer, estoy muy excitada y ahora mismo me acostaría contigo- Dijo Celeste.-Pero solamente lo haría por una razón y esa es,que por un momento he creido estar en brazos de mi marido. Él fué a hablar pero Celeste no se lo permitió.-Déjame terminar por favor, me recuerdas mucho a él, aunque a él nunca me he atrevido a contarle todo lo que te he dicho a ti, supongo que al recordármelo un poco me han salido las palabras. Le quiero y si no fuera porque de repente he visto tus ojos verdes podría haberme engañado a mi misma pensando que eras él, pero él los tiene azules y no podría volver a respetarme a mi misma como mujer, ni respetar el amor que siento por él si esta noche me acuesto contigo, es mejor que me vaya. Y asi, Celeste cogió su bolso y salió del hotel sin mirar atrás.

" El Amante" se quedó en el sofá, la noche había empezado perfecta. Una bonita mujer cerca de él y excitándolo como nunca, contándole cosas que hacía mucho tiempo esperaba oir. Todo se le había ido de las manos...

Celeste estaba dormida en su cama cuando una mano se posó en su cadera y unos labios besaron su hombro, se volvió y vió a su marido. Sus ojos se nublaron por las lágrimas. Se besaron, se amaron y cuando terminaron Celeste se acurrucó en sus brazos. Acababan de hacer el amor como nunca, de una forma picante, ardiente...ella pensó que la culpabilidad, a veces, obligaba a hacer las cosas diferentes. Se despertó a la mañana siguiente, su marido dormía a su lado, se levantó y se dirigió a la ducha sin hacer ruido para no despertarlo. Había algo encima del lavabo, al acercarse vió que era una nota encima de una cajita. La nota decía:"HABLEMOS", firmado:"EL amante,TÚ amante." Y dentro de la cajita había...unas lentillas verde esmeralda. Celeste salió despacio del cuarto de baño, pensativa y al llegar al borde de la cama levantó la vista. Alli estaba su marido con una gran sonrisa, unos pantalones negros, un antifaz y unos ojos azules que ya no llevaban lentillas que escondieran cuanto la deseaba.

domingo, 3 de febrero de 2008

UN MUNDO POR DESCUBRIR.


Esta historia es fruto de la imaginación de la autora cualquier parecido con personas, lugares o hechos de la realidad es pura coincidencia)

Laura sentía que el corazón se le iba a salir por las sienes, le palpitaba la cabeza con cada bombeo del corazón. Había quedado con un hombre por internet, eso lo hacen muchas mujeres hoy en día, el problema era que su marido la esperaba en casa esa noche. No sabía si iba a volver con él o no, la respuesta estaba en la cita de esa tarde...
La historia de Laura era como la de muchas mujeres, se había casado joven, con solo 20 años, su novio era mayor que ella, el mas guapo del instituto y eso era lo que importaba con esa edad. Con el tiempo se había dado cuenta que no todo era tan bueno, que el maltrato no siempre es físico y que ella, desgraciadamente, era una maltratada psicológica. Tenía un buen trabajo pero para su marido ella nunca era suficiente, lo que hacía no valía nada.
Se empezó a dar cuenta poco a poco, con detalles, pero el detonante fué una reunión de tuppersex. Alli fué con sus amigas y hablaron de todo, rieron y ella descubrió que nunca había tenido un orgasmo, aquello de lo que otras hablaban con naturalidad para ella era algo desconocido. Cuando llegó a casa quiso hablarlo con su marido pero el se rió y le dijo que era frígida.
Las sienes le seguían palpitado mientras esperaba a su amigo de internet, pero el recuerdo de las palabras de su marido le subieron un sabor amargo a la boca.
Ahora sabía que esas palabras no eran ciertas, pero le seguían doliendo y le hacían dudar...
Descubrió que no era frígida al ir a la segunda reunión de tuppersex, alli se armó de valor y pidió un vibrador, el día que se lo entregaron estaba muy ilusionada, esperó hasta que su marido se fue a trabajar y lo usó, ¡Por fin sabía lo que era tener un orgasmo! y ¡madre mia! lo que se sentía.
Eso la hizo una mujer nueva y ahi había empezado a cambiar todo.
Ahora se encontraba esperando a un hombre, no se iba a engañar, no era amor, eso sería describir una novela rómantica y la vida era mas dura que eso. Era su experimento, el que le diría si tambien podía tener un orgasmo con un hombre y si eso era verdad podría empezar una nueva vida y tal vez, solo tal vez, empezar a abrir su corazón de nuevo.
El reloj de la mesilla marcaba las seis de la mañana y tenía el brazo de un hombre sobre su cintura, pero sabía a ciencia cierta que no era el de su marido. El clítorix aun le palpitaba despues de la noche de sexo que había tenido y eso nunca le había pasado con él. Eran las seis de la mañana pero no tenía prisa, hacía ya seis meses desde aquella primera noche, seis meses desde que abandonó su casa y empezó una nueva vida, seis meses de descubrimiento, de placer, de sexo y de amor.Seis meses desde que un desconocido de internet le dijo lo que podía llegar a ser, a sentir... El hombre que la redeaba con su brazo la hacía sentirse mujer, sentirse deseada, sentirse amada. El no era el que le había enseñado esa primera noche el mundo que podía descubrir, pero era el que desde hacía tres meses compartía su corazón, su casa y su cuerpo con ella. Sabía que había perdido algunos años de su vida sin encontrar algo que se necesitaba como el aire, pero ahora que lo tenía no lo iba a soltar. Se giró, se agachó entre las mantas y empezó a saborear "el comienzo" de esas maravillas que le harían llegar al fin de su busqueda.